Hace años tuve una grata experiencia que me ha servido hasta hoy en día donde aprendí mucho, entrené natación por 4 años donde tuve un entrenador muy pero muy exigente y por momentos sobre todo al principio estuve a punto de tirar la toalla. La exigencia física era muy intensa entrenabamos varias horas de las cuales entre footing y gimnasia una hora y dos horas de piscina. Realmente llegaba exhausto a casa que muchas veces ni cenaba sino que iva directo a la cama, pero me acuerdo que volvía feliz de cada entrenamiento, Mi entrenador a veces lo considere un cabrón, la verdad a veces me cayó mal pero cuando comprendí el valor de sus enseñanzas a través de su exigencia me estaba enseñando el valor de la Excelencia.

Lo que más me marco de está experiencia es que lo pasaba muy bien, los entrenamientos eran duros pero aprendí a ser exigente, aprendí a fijarme metas y a luchar por ellas , sobre todo a ser persistente. Tenía otro compromiso importante que era mi estudio, en aquella época estaba en el colegio y me había caracterizado siempre por ser un buen estudiante, no era uno de los primeros pero me gustaba siempre aprobar con buena nota. Al tener que compaginar la natación con el estudio tenía que valorar que era más importante en momentos puntuales sobre todo en exámenes y dar prioridad para poder mantener las metas que me había propuesto en el estudio y en natación.

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